Hace muchos años en un bosque grande, donde había tantos árboles que la luz del sol no llegaba al suelo, vivía un joven aprendiz de búho. El búho Don Mateo había sido como un padre para todos los animales de la comunidad. Pero en realidad sólo era padre del joven Esteban, aprendiz de búho. Don Mateo pasó muchos años en el rango de aprendiz de búho donde ahora se encontraba su hijo, y jamás se atrevió a protestar por nada.
- Un momento, para, para, para.
- Quien eres tú.
- Soy la niña que está leyendo este cuento. Y no me gusta, yo quiero un cuento de princesas.
- ¿Princesas? En este cuento no aparecen princesas.
- Pues entonces no me gustará. Yo quiero un cuento de princesas
- De acuerdo, te contaré un cuento de princesas.
Sin embargo, continuaba el cuento, Carlota la joven princesa era inquieta y ambiciosa, tanto que en ocasiones le había traído problemas. Pues todos los habitantes sabían donde encontrar al rey cuando tenían una dificultad, pero la joven Carlota siempre estaba volando por las escarpadas lomas cuando se le necesitaba.
- Un momento, para otra vez. ¿Una princesa que vuela? Eso no es creíble.
- Claro es que mi cuento era de un búho y los búhos si vuelan.
- Hoy no me apetece un cuento de búhos, hoy quiero un cuento de princesas.
- Un cuento de princesas,…, y que no vuelen,…, princesas,…, y que no vuelen.
- ¡Exacto! Princesas y que no vuelen.
- Pero mi búho volaba y volaba porque quería ser el más rápido.
- Recuerda, princesas y que no vuelen. No suspires. Podría ser así,…, ella quiere ser la más guapa y no para de mirarse en un espejo.
- Ya. ¿Y no me irás a decir que el espejo es mágico y le dice que ella es la más bella del reino?
- No sencillamente, se mira en el espejo y sus padres se enfadan con ella. Y habrá un príncipe que la bese al atardecer.
- Deja que piense. Intentemos algo.
- Carlota, eres una princesa y como princesa debes comportarte.- Le dijo su padre un día.
- Pero papá, estoy harta de estar aquí. Déjame que salga del palacio para que todos puedan observar mi belleza.
- Esta noche iremos a un baile y allí podrán observarte. Pero tu sola no debes salir. Hay muchos peligros allá fuera que desconoces.
- ¿Peligros? Todo el mundo me respeta porque saben que soy tu hija. Quiero ser la princesa más hermosa y para eso tengo que ver cual es la moda que se lleva ahora. Porfa papá.- Insistía con la terquedad de una mula.
- Escucha Carlota, cada persona tiene sus limitaciones y debe saber adaptar su vida a ellas.
- Ya, y las mías son ser paciente y aprender a solucionar los problemas de los demás ¿No?
- Por supuesto. Esas son tus obligaciones y tu limitación, ahora mismo, está en los muros del palacio, mandaré venir a las modistas más afamadas para que te llenen el ropero de lindos vestidos.- Dijo Mateo con dulzura tratando de tranquilizar la ansiedad de su hija.
- ¡Pues estoy harta! Una princesa ha de ser bella para gustar a los príncipes, no inteligente. Que cada cual se solucionen sus problemas.
- No Carlota, la vida no es así. Debes asumir el papel que la vida te ha dado. Un rey ha de solucionar los problemas del reino, una reina los del rey. Si no eres sabia e inteligente ningún príncipe querrá casarse contigo.
- Soy una mujer y mi papel es ser bella, y mas bella, y mas, y mas, y mas.- dijo la princesa dando vueltas sobre si misma luciendo su hermoso vestido nuevo.
- Si pero además de mujer eres princesa, y las princesas son personas sabias y por eso servimos a nuestra comunidad,...,
- Pero ,...,- trato de interrumpir la princesa sin escuchar lo que decía pero el rey siguió hablando.
- Mírate aún eres joven y ahora lo que mejor haces es dejar volar tu imaginación, pero con el tiempo llegarán a ti tus otras cualidades. Debes tener paciencia. La belleza algún día dejará de visitarte cada mañana, olvidará el camino a tu casa, pero la sabiduría no te dejará nunca.
- Por eso, ahora que soy bella necesito que todos me vean. No quiero ser inteligente, ni paciente, ni sabia, ni siquiera princesa. ¡Con ser bella ya podría conseguir un príncipe! Que pasará si el príncipe ve antes a una lacaya y se casa con ella.
- Que no será inteligente, y por lo tanto, no te merecerá. Escucha deja que te cuente una historia que un cuentacuentos me contó una vez. Tal vez podamos aplicarla a tus ansias de salir del castillo.- Carlota ansiosa intentó echar a correr para salir del castillo pero su padre la retuvo.
- Ya, y que historia será esta vez la del árbol orgulloso, la de la niña que lloraba por su muñeca.
- La niña no lloraba, era la muñeca. Pero no, no es esa, es una historia nueva que jamás te he contado.- Dijo el rey Mateo sin enfadarse, con la tranquilidad que los años le habían concedido.- Cerca de la laguna que forma el remanso del río, hace algunos años vivía un mosquito, llamado el mosquito To.
- ¿Un mosquito?- Se oyó decir.
- ¿Y tú quién eres?
- - Soy el niño que lee el cuento. Pasé por alto lo de la princesa, pasé lo de ser la más bella, pero ¿lo del mosquito?
- Entiendo que te extrañe. Es que este cuento iba de un búho y un mosquito que quieren ser los más rápidos volando.
- ¿Un búho y un mosquito? ¡Vaya personajes! Yo quiero un cuento de monstruos.
- Pero este es un cuento es de princesas, no de monstruos. No pueden aparecer monstruos.
- Pues entonces no me gustará.
- Niños, niñas, princesas, monstruos. ¡Este no es el cuento que yo iba a contar! Pero,…, a ver,…, déjame que piense. Vale habrá un monstruo.
- Había un monstruo. Un monstruo peludo, rojo, con una cara por delante y otra por detrás para que nadie le atacara por la espalda. Era el monstruo más feo que nadie había conocido nunca, pero él, como nunca había visto otro monstruo pensaba que era bello. Su cuerpo era grande y musculado pero el interior de su cabeza era tan pequeña como una nuez y no le cabía mucha inteligencia. El caso es que Cecilio, que así se hacía llamar nunca había escuchado las lecciones de sus mayores.- Carlota, la joven princesa iba a protestar, pero eso le gustaba y empezó a prestar la atención que las historias de su padre merecían.
>> Una tarde Cecilio, salió de su casa dispuesto a demostrarle a todo el mundo que él era el monstruo más bello del bosque. Primero se encontró con la tortuga Comelechuga.